En este artículo hago un análisis de los posibles factores que pueden agudizar la problemática psicológica, así como de la tendencia en las redes a compartir "remedios universales y simplistas", ante la crisis del COVID-19.
Actualmente, esta pandemia nos asedia y todos contemplamos, estupefactos, cómo el medio puede cambiar súbitamente y requerir que nos ajustemos a una situación inesperadamente advenida. Muchos pretendemos sobrevivir, moviéndonos con los mismos parámetros de las condiciones anteriores al confinamiento y sometiéndonos (para adaptarnos) a un sistema de mercado. Un mercado suspendido y fantasmagórico al que desbocadamente invocamos, pero que su misma ausencia refleja nuestra inflexibilidad e ineficacia como especie para galopar ante los avatares que la naturaleza nos ofrece. Los psicólogos no somos menos instintivos. Nada más comenzar el confinamiento, observamos una horda de éstos ofreciendo consejos generales para el aislamiento. Como si esto de ser psicólogo consistiera en enseñar a cocinar ("coge la bandeja con una bayeta para no quemarte, echa suficiente levadura al bizcocho..."). En la medida en la cual la desesperación por hacer visible nuestro servicio nos empuja a ofrecer unos consejos estandarizados dentro del flujo de la oferta y demanda del mercado, puede que también se nos olvide una cosa; la psicología no es una disciplina de principios universales, sino que es una disciplina de las "diferencias", de la situación y de naturaleza particular de cada uno. —Si te interesa, pincha en este artículo que habla del enfoque ideográfico (o de casos), que se define como "el enfoque que tiene el fundamento de que los individuos son seres únicos e irrepetibles"—. Según mi punto de vista, aunque detrás de nuestra conducta existen patrones subyacentes, cada persona está sobrellevando esta circunstancia con una carga y responsabilidad distinta, cada uno está inserto en una coyuntura socio-económica particular y cada uno dispone de unas estrategias diferentes para hacer frente a situaciones totalmente dispares. Algunas personas asoman la cabeza en las redes sociales para transmitir su euforia, para dar sus ánimos al resto de personas y predicar con el ejemplo de su "actitud positiva". Aunque dichas iniciativas resultan loables, vale hacerse la siguiente pregunta:
¿Nace dicha conducta de un trabajo personal de concienciación para sobrellevar la situación de la mejor manera posible? O, por otro lado, ¿resulta de una exhibición propia ante una circunstancia fortuita que la persona vive, olvidándose, de que el resto no tiene por qué estar en la misma situación que ella?"
En ocasiones, somos positivos, porque podemos serlo. Si tuviera que elegir un primer consejo sobre cómo afrontar esta crisis sería el siguiente: atiende a las diferencias. Hazte tolerante y sensible a ellas. El problema de no hacerlo es el siguiente: si no somos conscientes de cómo nuestra circunstancia influye en nuestra percepción de la situación, generalizaremos creyendo que todo el mundo debería valorar la situación del mismo modo que nosotros.
Por poner algunos ejemplos; el empresario de productos de primera necesidad no percibirá la situación tan dramática como el vendedor de vestidos.
La que concibe su tiempo confinado como un momento para el desarrollo de su inspiración valorará el aspecto positivo de la cuarentena con más facilidad que el que trabaja en un supermercado a deshoras o el personal sanitario.
O puede que me equivoque también generalizando, y haya doctores gozando de su altruismo y ayudando a los demás, mientras que otros estén viviendo su trabajo como un calvario.
El que no tiene allegados afectados por la enfermedad no caerá en cuenta de los perjuicios de la misma, tal como sí que hará el que tenga que exponerse al duelo en condiciones tan insólitas y duras.
Otros, ajenos a todo el sufrimiento, se lamentarán de no poder irse de vacaciones donde tenían planeado durante el verano.
...
¿Hace falta seguir?
Así pues, no estaría mal hacerse la siguiente reflexión: ¿cómo te está tratando esta situación a nivel personal?, ¿cómo influye esta situación en tu interpretación y valoración de la situación?, ¿cómo crees que pensarías si estuvieras viviendo esto en unas condiciones totalmente distintas? La respuesta a estas preguntas nos acerca al concepto de empatía cognitiva —Si te interesa, pincha en este artículo, que desarrolla la diferencia entre empatía cognitiva y afectiva—. La empatía cognitiva consiste en la comprensión de los "esquemas mentales del otro". Para ello es necesario que nos distanciemos de nuestro propio punto de vista y recabemos en otras posibles lecturas que un mismo suceso puede tener para distintas personas. Psicológicamente tenemos la tendencia a formar opiniones generales según nuestra propia experiencia. Salir de tu propia opinión absolutista y sensibilizarte a cómo puede pensar otro, aunque creas que no, es empatía. Cuando lo hacemos, caemos en cuenta de que lo que pensamos está condicionado por nuestra historia personal y por la coyuntura socio-económica que vivimos.
—Dicho principio es muy estudiado en la psicología narrativa, puedes pincha aquí para acceder a un artículo sobre el tema—. Caigamos en cuenta de algunos ejemplos más.
Hay personas, que por su personalidad, evitan el contacto social. Es probable que el confinamiento les esté sentando especialmente bien.
Todo lo contrario se puede decir de alguien más expansivo socialmente. Hay parejas que están entrando en crisis y otras que se están reencontrando. Habrá familias en crisis que no respeten los límites íntimos de sus miembros y otras que estén gozando de compartir su espacio respetuosamente. Una persona depresiva puede que caiga más en su inactividad y empeore su estado, por otro lado, cierto perfil de adicto a una droga puede que se estabilice al no exponerse y tener menos acceso a situaciones de riesgo de consumo. La realidad es que ante una situación que afecta de una manera tan masiva a tantas personas no hay consejo o declaración que "resuelva" la situación de nadie. Empecemos por ser humildes. Ahora bien, dicho esto y relativizado el valor de un "consejo psicológico", al analizar la situación derivada de la crisis del coronavirus podríamos extraer, de manera genérica, tres factores de riesgo que pueden estar facilitando el desarrollo de cierta problemática psicológica:
1- Cambio abrupto del medio. El confinamiento, con la crisis del coronavirus, nos vino de golpe. Es reconocido que los cambios acelerados del medio comprometen o exigen la puesta en marcha de estrategias para adaptarnos al mismo. Si el medio cambia rápidamente, esto exige que nosotros también lo hagamos. Ante la falta de recursos se puede activar la ansiedad y esta conlleva, a la vez, la activación de estrategias más "primitivas" de afrontamiento. Es decir, si percibimos que "no controlamos la situación" la ansiedad movilizará recursos mecanizados en nuestro repertorio de conducta como pueden ser: pensamientos intrusivos, tendencia al consumo de alcohol, apatía, desgana, desesperanza, mayor irritación y enfado, insomnio, abuso de alimento...
2- Incertidumbre asociada al futuro. Si el cambio abrupto del medio nos estresa y nos exige desenvolver recursos con los que no necesariamente contábamos, la falta de percepción de seguridad asociada al futuro puede agudizar aun más nuestra ansiedad —De hecho, la ansiedad se define como el resultado de la percepción de falta de control ante sucesos que están por ocurrir. Pincha aquí para leer más información sobre ansiedad anticipatoria—. El no saber qué pasará de aquí a unos meses y la envergadura que conllevará el problema en todas sus dimensiones, así como, qué sucederá con mi situación laboral, económica, etc.., puede elevar la activación general de estrés/ansiedad. Dicha activación mantenida en el tiempo también podría dar lugar a otras manifestaciones tales como mencioné en el punto uno. 3- Reducción drástica de la estimulación. Son muchas las iniciativas en las redes sociales que nos animan a "hacer cosas para mantenernos activos". Dichos impulsos (además de por razones mercantiles) también responden a un deseo de las personas de querer ser activos tal como eran antes de esta situación. Los psicólogos han definido un concepto que se llama "reactancia psicológica". Ésta se refiere a la percepción y cognición que genera la pérdida súbita de libertad y su impulso por querer restaurarla —tal como se menciona en este artículo sobre reactancia psicológica; "ésta no es solo un fenómeno que se dé en individuos, sino que puede manifestarse de manera colectiva; por ejemplo, ante acontecimientos políticos o económicos"—. Cuando de un día para otro tenemos menos "derechos" y tenemos, además, menos acceso a actividades gratificantes (actividades físicas, sociales...) es posible que dicha situación genere un estado de irritación, o un deseo e impulso acuciante de realizar dichas actividades —lo prohibido se hace atractivo—. Es en este punto donde la buena adaptación se reflejará tanto en cuanto consigamos encontrar actividades gratificantes y positivas dentro del hogar, esto es, adaptarnos al medio y convivir con nosotros mismos aceptando la circunstancia advenida. Estas tres condiciones que he mencionado no generan "problemas psicológicos" de manera necesaria si no que pueden resultar factores de riesgo para los mismos, cayendo en cuenta de que no a todas las personas les afecta por igual, puesto que (como ya mencioné), existen distintas personalidades, estilos de vida, interpretaciones de la situación... En caso de problema psicológico, las peculiaridades y estrategias particulares que cada uno desarrolla requerirán de un apoyo psicológico concreto y diferenciado. Aun con lo mencionado no pretendo minusvalorar el papel que los consejos generales tienen en nuestra salud física y mental. Hay algunas conductas genéricas que se reconocen como factores de protección para reducir la ansiedad como son: la actividad física regular, la búsqueda de apoyo social (por Skype, por ejemplo), la búsqueda de actividades placenteras, así como actividades que nos ayuden a relajarnos y ver la situación con perspectiva y desdramatizando (meditación, escritura...).
Mi crítica consiste en que no deberíamos permitirnos hablar de dichas actividades como "panaceas" o "remedios universales" por el hecho de que a nosotros mismos nos estén funcionando. Con ello tampoco pretendo decir que difundir una actitud positiva y tranquilizadora en las redes sea algo negativo, de hecho, es lo contrario. Si crees que te puedes beneficiar de ayuda psicológica, no dudes en ponerte en contacto con nuestro servicio que también se ofrece por vía telemática-online:
Atención psicológico en los Remedios (Sevilla): Contacta con nosotros (centro CPTG)
Tambien en Bormujos: www.centrobiem.es
Francisco Escudero
18-4-2020
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