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Foto del escritorFrancisco Escudero

El estallido de la rabia y el miedo a confrontar (Rabia 4/4)

La relación entre la agresividad y la evitación


Muchas de nuestras conductas y reacciones están influidas por nuestro equipaje como mamíferos. La mayoría de animales de la fauna tiene dos respuestas típicas ante situaciones amenazantes. Estas son 1- la huida y 2- el ataque. El humano no puede ser uno menos, tendemos a reaccionar de esas dos maneras estandarizadas, o bien nos anclamos en la huida o bien nos anclamos en el ataque. Es decir, hay una tentativa a reaccionar de una manera o de otra.


¿Por qué estoy mencionando esto? Pues por la relación que tiene con la gestión de la ira. Muchas personas tienden a evitar las situaciones conflictivas, suelen huir de las situaciones de tensión y evitan poner en práctica habilidades para poder expresar adecuadamente esa rabia. Si llego a casa y mi pareja no ha limpiado las cosas que decía que iba a limpiar, me callo, lo paso de largo, pero también me callo que me dijo que me iba a llamar y no lo hace, y así con numerosas cosas. Posiblemente, el instinto de base en el que dicha conducta se asienta es el mismo por el que un perro huye cuando evalúa que va a perder en una contienda.


La cuestión es que por mucho que evites pensar en ello lo cierto es que ese suceso te afecta y te importa, en pocas palabras, te enfada. Y el enfado es como un termómetro que se vaya llenando milímetro a milímetro y cuando la emoción se ha activado demasiado y ha pasado a convertirse en una pasión finalmente la olla estalla y todo ese resentimiento se desparrama de golpe. ¿Qué digo desparramarse? Estalla como la erupción incontenida de un volcán. Es aquí cuando pasamos del anclaje de la huida o la evitación a la del descontrol o el ataque. Y una vez que ya se ha despertado Hulk poco ya hay que hacer, salvo esperar que llegue la resaca y Bruce se arrepienta.


Hay muchas personas que suelen estar inmersas en este círculo vicioso, evitan la confrontación hasta que un día estallan. Consecuentemente el día que estallan pueden hacer al día siguiente como si nada ha sucedido o sentirse muy culpables lo cual le lleva a ocupar de nuevo la posición de huida y callarse las cosas que les molestan.


La cuestión es que, en dicha dinámica, estas personas en su fuero interno han aprendido que expresar su indignación conlleva consecuencias catastróficas y también han aprendido que expresar lo que les enfada siempre conlleva un conflicto desagradable y desatinado. De este modo su cerebro aprende y fuerza la conexión entre sentir ira o rabia y expresarse agresivamente o tener una pelea con alguien, cuando realmente no son cosas equiparables, sentir rabia no conlleva perder el control ni faltar el respeto, pero si siempre que expresas rabia acabas haciendo eso entonces tiene sentido que pienses eso. Y así se perpetua el bucle, a más huida más acumulación, a más acumulación más estallido y a más estallido más huida.


Hay muchos motivos por los que una persona puede estar en este círculo vicioso y cada persona está en una situación única y merece ser tratada en consulta de manera individualizada. Pero lo que suele ser útil es el desarrollo de habilidades de comunicación o el equipamiento de herramientas más asertivas a la hora de expresar las emociones o las necesidades. Dicho de otra manera, entre los dos polos de la huida y del ataque desarrollamos un tercer elemento que es el de expresarse firmemente pero respetuosamente, ese tercer ingrediente es propiamente humano y puede ayudarnos a contener y regular nuestras vertientes más salvajes, por decirlo de alguna manera.


Insisto, es un tema complejo, no quiero caer en reducir la regulación de una emoción a un mecanismo que pueda parecer demasiado simple, pero quiero que sepas que estos temas son tratados en consulta y que si suele experimentar algún tipo de dificultad para relacionarte con las personas en tu día a día o regular tus emociones no dudes en pedir información para terapia presencial y online.


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Francisco Escudero


30-9-23

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