Todos necesitamos percepciones y creencias para que nos guíen por el mar de la realidad. No existe ningún cerebro humano que pueda funcionar sin una serie de presupuestos. El trascurrir del tiempo nos hace presuponer que el sol sale cada mañana con una regularidad incuestionable, o que el supermercado abre cada mañana y que si a alguien le circula una lágrima por la mejilla, es porque está triste. Esto son regularidades, cosas que son siempre así.
Sin embargo, hay otro tipo de cosas que no tienen una naturaleza tan incuestionable, que están más sujetas a subjetividad, Por ejemplo, en las evaluaciones que hacemos de los demás. Donde yo veo alguien encantador tu puedes ver un impostor.
Y es aquí, sobre la manera en la que cada uno tiende a afrontar sus subjetividades, cu es interesante conocer la diferencia entre formular una hipótesis o generar un prejuicio.
Lo que caracteriza al prejuicio es que es una verdad absoluta que no necesita ser refutada. Por lo que ante el prejuicio no habrá curiosidad por comprobar si esa idea es cierta o no, sino que se caracteriza por una evitación absoluta de la confrontación con la realidad. ”esta persona me cae mal y no necesito hablar con ella porque yo ya sé que no me va a aportar nada”.
La evitación de la experiencia es la clave. Yo no me acerco al otro porque no necesito comprobar si lo que pienso es cierto o no. ¡Porque yo ya lo se!. Si no lo supiera no sería un prejuicio.
Cabe aquí señalar que el prejuicio en ciertas ocasiones tiene el objetivo de protegernos y darnos una defensa ante lo que hemos aprendido que es una amenaza. Me ayuda a no acercarme a lo que temo o a lo que creo que puede dañarme. Para qué voy a dar una oportunidad a esta persona que ha tenido un gesto muy parecido al de mi ex, el cual, tanto daño me hizo. La cuestión es, ¿Es realmente esta persona como tu ex, puede que sí o puede que haya una notable cantidad de diferencias y que se te ha activado un prejuicio defensivo? ¿Esa impresión tiene más que ver con tu dolor o con la persona que tienes enfrente? Cuanto menos, es una pregunta interesante.
Sin embargo, formular una hipótesis no conlleva necesariamente generar un prejuicio, pero tampoco conlleva que dejemos de protegernos. Yo puedo pensar “esta persona me da una mala sensación” y esta idea puede proceder de la intuición que me ha proporcionado mi experiencia previa. Las presunciones que no generan prejuicio me sirven para orientarme en la realidad, me sirven para despertar mi cautela, estar despierto, pero la voy a tomar como eso, como una hipótesis que voy a procurar poner a prueba para refutar y verificar mediante un proceder lógico-deductivo, no me voy a creer poseedor de la verdad, pero voy a dejar un poquito de apertura al autocuestionamiento y la experimentación, porque es la única manera en la que, con el tiempo, la intuición puede refinarse y la sabiduría mejorarse.
Esta línea difusa, de algún modo, se podría poner también en prejuicio vs intuición. Cerrazón vs apertura. Tener una actitud demasiado prejuiciosa puede generarte dificultad para relacionarte, puede hacer que acabes siendo demasiado impaciente o severo con la gente. El motivo es que toda tu inquietud está al servicio de encontrar indicadores que confirmen tus ideas incuestionadas, para así acabar haciendo cada vez más cerrada la miopía de tus presunciones. Dicho sea, es comprensible que tendamos a ser así porque el cerebro quiere cuanto menos esfuerzo mejor, quiere simplificar la realidad y reducir la incertidumbre que en ocasiones puede ser la fuente de mucha de nuestras angustias. Pero cuidado, si cultivas un exceso de simplificación en tu cerebro puedes acabar por ver solamente lo que quieres ver y creerte que lo sabes todo en todo momento (no lo neguemos, todos estamos expuestos a esta posibilidad).
Por otro lado. Quiero señalar también a esas personas que quieren desquitarse de sus prejuicios y que queriendo ser bondadosos procuran no generar ninguna idea preconcebida ante ninguna persona. ¡No no! Yo es que no quiero discriminar a nadie! En estos casos acaban por estigmatizar su propia intuición y entrar en conflicto con su propia cautela. Si alguien te genera una mala sensación, no hay nada malo en reconocer dicha reacción, y ser consecuente y tratar al otro guiándote por tu guía interna.
En resumidas cuentas. Todos tenemos prejuicios, el problema es cuando se vuelven demasiado dominantes. Por otro lado, todos nos cuestionamos, aunque el exceso de humildad con nuestras propias impresiones puede hacer que acabemos por renunciar, de algún modo, a nosotros mismos.
Está bien que nuestras raíces sean sólidas pero nos conviene hacer comprobaciones en la realidad. No ir tan de listos. Somos libres de pensar e intuir lo que queramos dentro de la patente de nuestra mente, pero hasta cierto punto nos conviene perfilar el rigor de nuestras impresiones con (como mínimo) el beneficio de la duda. Todo esto que os he contado es una sugerencia. Hasta luego.
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Francisco Escudero
27-5-23
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