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Foto del escritorFrancisco Escudero

ODA A LA EMPATÍA EN LA VIDA COTIDIANA



SALIR DE LA BURBUJA DE TUS PRIVILEGIOS




La mayoría de nosotros vivimos, hasta ahora y por ahora, en condiciones relativamente cómodas de seguridad y comodidad. Muchos olvidan el privilegio que supone el tener estas condiciones de vida opulentas (tener el frigorífico lleno, salir sin prestar atención a si te van a secuestrar, o no tener que buscar agua diariamente para garantizar tu hidratación y la de tus hijos).


Cuando estamos cómodos nos volvemos relativamente miopes a través de esta burbuja de comodidad. Por eso os propongo un ejercicio para poder empatizar con personas cuya condición de vida están fuera de tu particular burbuja de comodidad.


Te propongo que prestes atención a las desavenencias, los obstáculos, los avatares de tu día a día porque si le pones una lupa y los magnificas quizá puedas empatizar con personas que sufren mucho más que tú.


Esto es: una oda a la empatía en tu vida cotidiana:

El estar postrado en la cama por una gripe pasajera puede hacerte empatizar en las condiciones de vida de alguien que tiene que vivir constantemente encamado, ya sea por discapacidad o por una impotente enfermedad.


Cuando paseas por un callejón oscuro y temes súbitamente por tu integridad física puedes imaginar lo que es estar un año en un pelotón durante una guerra, transitando de trinchera en trinchera sin saber en qué momento podrás perder la vida.


Cuando te sientes atado a un trabajo precario que deseas dejar pero que no puedes dejar y empiezas a coquetear con la idea de abandonarlo y buscar otro en mejores condiciones puedes empatizar con un preso que fantasea con la idea de fugarse y con su choque posterior con la realidad ¡No puedes escapar!


Cuando te muerdes la lengua para no dar una opinión políticamente incorrecta por miedo a ser juzgado por los demás puedes empatizar con el que vive constatemente ocultando su estilo de vida y reprimiendo su expresión personal porque si le descubrieran le fusilarían como consecuencia de vivir en una dictadura.


Cuando tus necesidades son ignoradas por un funcionario, que te da respuestas poco claras o la página del SEPE te da problemas para pedir el paro puedes empatizar con un inmigrante paralizado mientras una institución decide si su situación se regula o si es expatriado a su país. Cuando sientes ansiedad esperando que te digan la nota de un examen importante, puedes empatizar con un refugiado que espera saber si ha sido aprobada su solicitud de asilo a otro país .


Cuando te sientes invalidado por un jefe que te da una orden incuestionable que consideras absurda y eso te hace sentir invisible y como si tu opinión en el trabajo no fuera útil puedes empatizar con un niño cuyo padre abusivo niega a éste sus sentimientos y le hace obedecer constantemente sus designios arbitrarios y caprichosos. Puedes empatizar con lo que supone crecer con un yo que han intentado mutilar en base a cegarte una y otra vez con respecto a tus necesidades y la esencia de lo que eres.


Cuando estás triste porque has perdido un trabajo o un ser querido, puedes imaginar lo que es vivir afectado por una catástrofe natural como un tsunami, un terremoto o un bombardeo.

Cuando te sientes desganado para iniciar tu día puedes imaginar lo que es estar deprimido durante meses y haber perdido las fuerzas y ganas de vivir. Cuando te cuesta hablar por las mañanas hasta que te tomas el café puedes imaginarte lo que sería convivir constantemente con la impotencia de una afonía.

Y así, un gran etcétera.


Te propongo que busques estas muestras de empatía en tu día a día, que imagines grandes magnitudes a través de las pequeñas magnitudes. Están ahí, en cada momento, búscalas.

Pero sobre todo te propongo que no te olvides que normalmente para empatizar con el otro necesitamos identificarnos en algún grado.

Por ello, cuando tu condición de vida es un privilegio te permites no identificarte con el sufrimiento ajeno o incluso puedes llegar a creer que has hecho algo especial para merecer tu bienestar y puedes consentir en exceso la idea de que a ti nada malo te puede pasar. Todos nos engañamos para continuar viviendo.


Yo creo que humanizarnos exige que cuestionemos mínimamente que nuestra comodidad no es un derecho de nacimiento, porque de hecho, es un privilegio.

Y que mínimo que desde dicho privilegio aprender a valorar y ser sensible a las miserias de los otros.

Esas miserias que creemos que nunca nos tocará vivir… ¿O sí?


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Francisco Escudero


4-7-23

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