Aprovecho la ocasión de estas fechas para hablar del amor y las relaciones sentimentales. Y simplemente voy a referirme a una metáfora. Una relación sentimental o de pareja es como un coche. ¿Cuáles son los elementos que le permiten a ese coche desarrollarse y funcionar adecuadamente?
Una relación es como un coche y ese coche tiene un motor. El motor es lo que da vitalidad al coche, ese motor sería el amor, el deseo, el sentimiento que une a la pareja y le da energía e ímpetu para continuar y moverse. Sin embargo, un motor por si mismo no mantiene una relación, no permite que el coche se mueva. Si ese sentimiento se convierte en el único motivo para continuar una relación estaríamos hablando de una relación exaltada, romantizada pero que descuida el resto de elementos del que le permite moverse.
Hacen falta ruedas, agilidad para adaptarse a los cambios, tolerancia e inquietud por conocer al otro en sus distintos ámbitos, con los amigos, con la familia, en la intimidad. Hace falta una carrocería que dé protección a la pareja. Una pareja necesita proteger su propio espacio definir bien sus prioridades y no estar diluida en el mundo ni en los demás.
Una relación necesita un volante, que debe ser llevado por las dos manos, hace falta que el recorrido del coche pueda ser cuestionado y revisado, por eso la dirección de ese volante debe estar sujeta a negociación y diálogo. Habrá momentos en que los dos no puedan llevar el volante y tendrán que decidir quién conduce y quién no, para que así el piloto permita al copiloto descansar cuando no esté del todo bien. Si es necesario también puede pisarse el freno para desacelerar el viaje.
Hacen falta unos retrovisores para mirar al pasado, para saber lo que se dejó atrás, recordarlo con homenaje y no permitir que las mochilas den excesivo peso al presente, por eso hace falta un maletero, pero que pueda esta ordenado, que la carga de ese equipaje esté repartida justamente y que haya cosas útiles que nutran a la pareja y el viaje.
En ese coche debe haber cristales limpios, unos buenos limpiaparabrisas para los tiempos confusos o difíciles. Hace falta que haya ventanas para abrirlas y despejar el aire, permitir que los malentendidos se puedan oxigenar, y hace falta que, a pesar de la constancia, de la atención y el cuidado de la pareja, puedas salir del coche de vez en cuando con seguridad, que no todo en tu vida sea el coche, que puedas explorar otros ámbitos como los amigos, hobbies, y que cuando vuelvas al coche lo hagas con independencia, consciencia y motivación, no por desidia o esclavitud.
Hace falta cuestionar el funcionamiento de ese coche, revisar sus elementos para no caer en los vicios ni en el descuido, y si el motor empieza a fallar y avisar de que algo va mal quizá se puede llevar el coche al taller de vez en cuando. Pero, más que nada, hace falta que los sillones sean cómodos, que haya buena música y que la conversación sea agradable, y sobre todo respetuosa, que se converse de todo lo que es relevante y digno de atención, y que sea un viaje cómodo, pese a que haya tiempos difíciles, que se disfrute, que se goce, y que el deseo y la necesidad no te impida ver, que no te ciegue, que no te impida ver el coche entero ni olvidarte del resto del mundo.
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Francisco Escudero
17-2-23
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